En Agosto, se cuenta la historia de tres hermanas, un poeta alcóholico, un hermano ilegítimo ignorado, una vieja adicta a las pastillas, un padre que fuma porro, una hermana con novio tránsfuga, un pariente que se suicida, otro viejo que se atraganta con un pedazo de carne, un tío bueno pero un poco paloma, una adolescente de la que intentan abusar.
Una mujer que desde afuera parece y quiere parecer tener una vida perfecta, pero en su interior es todo caos.
En un universo paralelo vive/vivió esa mujer. Del poeta, por fortuna, solo quedó aquél libro publicado. Más tarde apareció otra hermana ilegítima ignorada para quedarse a vivir con ella, como si tal cosa. Luego el viejo murió atragantado con el pedazo de carne, el novio tránsfuga heredó una fortuna y abandonó a su hermana. Y ella se entera, impotente y desconcertada, que el hermano ignorado está internado en un manicomio.
La ficción bordea los límites de la realidad, y de tanto en tanto, se entremezcla.
jueves, julio 29, 2010
La familia Pérez Sosa
Escucho cantar a Vale (5 años) una canción que nunca había escuchado antes y le pregunto:
- Qué estás cantando?
- La canción de la familia Pérez Sosa, una familia muy haragana...
- Y dónde la aprendiste?
- Nada, la inventé yo, pero la música es la de "the wheels on the bus goes round and round".
(Me la canta, la letra evidentemente es un paye atrás de otro. Qué fichita!)
- Qué estás cantando?
- La canción de la familia Pérez Sosa, una familia muy haragana...
- Y dónde la aprendiste?
- Nada, la inventé yo, pero la música es la de "the wheels on the bus goes round and round".
(Me la canta, la letra evidentemente es un paye atrás de otro. Qué fichita!)
jueves, julio 15, 2010
Había entre los dos la simpatía más sincera que puede hacer entre un perro y su ama, pero es indiscutible que la mudez de las bestias es un estorbo para los refinamientos del diálogo. Mueven la cola; inclinan la parte delantera del cuerpo y elevan la trasera; ruedan, brincan, rascan, gimen, ladran, babean, inventan toda clase de ceremonias y de artificios, pero todo es inútil, porque lo que es hablar, no pueden. Acostando al perro en el suelo, Orlando meditó que ese era precisamente el defecto del gran mundo en Arlington House. Ellos también mueven la cola, saludan, ruedan, babean y rascan, pero lo que es hablar no pueden: "todos estos meses que he andado en sociedad, no he escuchado una sola cosa que mi perro no hubiera podido decir. Tengo frío. Tengo hambre. Me siento feliz. He cazado una laucha. He enterrado un hueso. Dame un beso en el hocico".
Y eso no bastaba.
Fragmento de Orlando - Virginia Woolf 1928
Y eso no bastaba.
Fragmento de Orlando - Virginia Woolf 1928
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