viernes, abril 27, 2012


El despertador sonó y después de posponerlo varias veces, se levantó de mala gana. Con cara somnolienta, arrastró los pies hasta llegar al baño.
– Tengo que reemplazar de una vez por todas este espejo – pensó mientras se lavaba la cara frente al marco desnudo. – Creo que ya no me acuerdo ni cómo lucía mi cara.

Le dolía terriblemente la cabeza. Como ya era demasiado tarde para desayunar, terminó de vestirse y salió a la calle. En el metro tuvo tiempo de reflexionar. Había tenido nuevamente aquel sueño recurrente, muy vívido: se encontraba en un bosque, siendo perseguido por una luz muy fuerte y brillante. Corría y corría, arañándose con las ramas de los árboles, hasta que en determinado momento tropezaba y caía. La luz le alcanzaba y lo enceguecía totalmente. Cuando por fin se recobraba y abría los ojos, se daba cuenta que se encontraba acostado en una camilla, en una sala como de hospital muy moderna y blanca. Sus ropas también habían sido sustituidas por una especie de camisón blanco.
_Calma, estás bien – decía una voz metálica. La voz provenía de una figura, aparentemente femenina, enfundada completamente en un traje blanco y plateado muy ceñido al cuerpo. A la altura del corazón llevaba una insigna con la leyenda “DMG Researchs”. En la cabeza un casco haciendo juego completaba el uniforme.
_ ¿Dónde estoy?
_ Eso no importa. Ya regresarás a casa.
_ ¿Y qué estoy haciendo aquí?
_ Te hemos elegido para una misión – se daba media vuelta y salía de la habitación.
Una avalancha de flashes le hacían desmayarse de nuevo. Y en ese momento del sueño siempre se despertaba.

Se acercó a la puerta, en la próxima estación le tocaba bajar. El dolor de cabeza era cada vez más insoportable. Las aspirinas que había tomado hace un par de horas lo aliviaron menos que un chicle de menta.
No había caminado más de dos pasos por la vereda cuando un nuevo pinchazo en el cráneo, esta vez más agudo, le hizo retorcerse de dolor. Un hombre lo ayudó a incorporarse y se ofreció a llevarlo al hospital.
– Gracias.
Apenas llegó le inyectaron un fuerte calmante y quedó inconsciente. Cuando despertó, junto a él estaba su hijo.
_ ¡Papá! ¿Cómo te sentís?
_ grmf – quiere hablar pero le sale un gemido.
_ No te fatigues. Menudo susto nos diste. En la tomografía que te hicieron se veía un objeto extraño, a la altura de la oreja izquierda. Te operaron de apuro para extirparlo. Se trataba de un trozo de metal, con forma de yunque y tamaño similar a una caja de fósforos. Dicen que es un material tan denso, que pesa casi cinco kilos. No han logrado determinar qué tipo de metal es, se lo llevaron a la facultad de Química para analizarlo. Le saqué una foto para que lo veas.

Cuando la mira, el corazón le da un vuelco. El trozo de metal era efectivamente un pequeño yunque, que en la superficie tenía tallada la leyenda: "DMG Research".


Cuento que escribí para el taller, con la consigna "Contar una historia donde el personaje conviva con un yunque de 5 kgs"









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