sábado, mayo 19, 2012

Mi perro Toribio


Yo tuve un perro que adoraba. ¡Qué lindo era mi perro Toribio!
Toribio no sabía ladrar, capaz que porque era muy pequeño…
No tenía dientes, tampoco los necesitaba porque no le gustaba roer huesos. Eso sí, se desesperaba por atrapar moscas.
No sabía traerme las pantuflas, ni el diario, ¡pero qué me importaba, si era verano y yo con cinco años no sabía leer todavía!
Tampoco tenía pelo, pero su piel era de un precioso color verde. En la tele pasaban un programa “El perro verde”, seguramente ese señor que aparecía en el programa tenía un perro como Toribio.
Mi perro no tenía cucha, dormía en un agujerito en el pasto.  Le gustaba mucho la lluvia y chapotear en los charcos.
Cuando estaba junto a él me olvidaba de todo, ni siquiera escuchaba los rezongos de mi mamá: “¡Pedro! ¡Ya estás otra vez jugando con ese sapo asqueroso!”

Cuento que escribí para el concurso de Cuentos Breves de La Tertulia (radio Espectador), tercer semana.

jueves, mayo 10, 2012

Aguas externas

Fueron muchos días de lluvia.

Comenzó con una fuerte tormenta eléctrica que descolgó de las nubes una catarata imparable. Al paso de las horas fue amainando, hasta terminar siendo una llovizna fina pero permanente, que goteaba con una cadenciosa musicalidad. Lo insólito era que esta gran nube de lluvia cubría todo el planeta Tierra.

Pronto los ríos, cañadas, arroyos y océanos fueron subiendo de nivel hasta que ya era todo agua.

Así pasaron más de dos años de lluvia permanente.

Llegó un momento que la fuerza de gravedad  de la Tierra ya no lograba atraer tanta masa acuática y el sobrante empezó a chorrear cayendo sobre el planeta Marte.

Los pocos seres humanos que sobrevivían en la otrora próspera Tierra, improvisaron una especie de enormes tablas de surf que permitían deslizarse por el torrentoso curso de agua, para emigrar al promisorio nuevo mundo. La gente se llevaba el equipaje, mascotas, muebles y hasta sus vehículos.

 

La gran nube paró de derramar agua y así el vital líquido se equilibró entre los dos planetas. Las últimas personas que cruzaron a Marte antes que se cortara el chorro, fueron una pareja de amigos que iban adentro de un fitito. Él estaba pasando un momento muy triste de su vida y ella, de espíritu alocado, a último momento se lo llevó de un brazo sin dejarlo reaccionar. Había estado todo el viaje callado. Cuando "amartizaron", miró por la ventana y se quedó impactado con la belleza del planeta y la buena onda con que la gente que ya estaba allá había comenzado a construir sus casas. Ella sonrió, también conmovida.

Él se bajó del auto pero no sin antes besarla y mirarla intensamente a los ojos, agradecido.



Cuento que escribí para el Taller de hoy. La consigna era utilizar las frases en negrita (escritas por dos compañeros al azar), como primera y última del cuento.

sábado, mayo 05, 2012

Perpendicular a la charnela

Me estoy haciendo una pollera de jean. El molde son 8 gajos verticales cortados al bies y al coserlas los hilos deben quedar simétricos formando una flecha.


Cuando fui a marcar la tela me quedé pensando cómo tenía que hacer para que quedaran así. Probé dando vuelta el molde, dando vuelta la tela. Nada.


En eso F. se acerca y pregunta cuál es mi dilema. Responde seriamente al instante:


- Es fácil, Matemática C de 5to: tenés que hacer una rotohomotecia de 90º. Las que vos hiciste fueron de 180º, nunca te iban a servir.


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