sábado, agosto 06, 2011

Regreso a la infancia

Cuando me fui acercando a los treinta años y me pareció que era demasiado vieja para seguir haciendo cosas divertidas sin quedar como una ridícula, me di cuenta que esa era una de las razones por las cuales está bueno tener hijos.
Claro, los sobrinos también sirven, pero teniendo una sola sobrina que vivía a más de 100 km de casa, no era buena coartada.

Saltar en cama elástica, remontar cometas, andar en bici, conocer las placitas del barrio y probar todo tipo hamacas, calesitas y toboganes, andar en bicicleta por la vereda, en patines, jugar a la payana, con plasticina, con pistas de autos, espadas de piratas, poner una piscina en el fondo de la casa, rescatar un Playstation I archivado, ver por primera vez o volver a mirar todas las películas animadas clásicas desde Blancanieves de 1929 y cada una de las nuevas películas que van saliendo, irse de viaje pero también en child-mode: parando también en cada placita y cada rincón infantil, comiendo nieve, visitando zoológicos y parques; son algunas de las cosas con las que me reencontré con gran alegría, al compartir esos momentos con mis hijas.

Y también ayudarles a hacer deberes de la escuela, porque -seguramente por contra- a mí me encantaba hacer los deberes de la escuela. Lo primero que hacía cuando llegaba a casa era vaciar la mochila para sentarme en el piso y hacer los deberes en la mesita ratona del living. En las vacaciones me copaba haciendo ejercicios de matemática y leyendo todo tipo de libros (especialmente de aventuras), y revistas. Obviamente uno de mis libros favoritos era "El hombre que Calculaba", porque combinaba ambas pasiones.Y cuando estaban por empezar las clases en marzo, una ansiedad incontrolable por volver a la escuela, reencontrarme con la cartuchera de SandyBell, los lápices de colores, los cuadernos de tapa dura y margen rojo Tabaré.
Me acuerdo que estuve años soñando con tener una caja de 24 colores, la que tenía era de 12, y cuando por fin en tercer año mi mamá un día me trajo una caja con 36 colores -excediendo un 50 % mis expectativas- eso fue La Gloria. Fue también en tercer año cuando me mudé para Montevideo, y todos mis compañeros de clase de la escuela que dejaba me escribieron cartitas de despedida muy emotivas, que guardé durante mucho tiempo pero se perdieron en alguna de mis mudanzas.

Este año mi hija mayor empezó la escuela primaria y me trajo todos esos recuerdos lindos. También los feos, que me pegaron duro y recién me estoy terminando de levantar.

Pero a todo esto viene lo que les quería contar, que es que el mes pasado fuimos -para mí por primera vez- a una de las funciones de Divercine . Me pregunté porqué nunca había ido, y porqué no iba más gente al festival, eclipsado totalmente por el pop, el marketing y el patético 3D de los cines comerciales.
Acá les dejo algunos de los cortos que vimos. Divertidos, inteligentes y hasta emotivos.

Ópera:




Acuarela, sobre canción de Toquinho:






Milenka, corto polaco sobre canción de The Ukranians, que me hizo acordar a los videos del blog de Xopxe





 Y por último, el alemán Post!, que me encantó pero no pude encontrarlo en la güé. Pueden insistir ustedes (y si lo encuentran pasénmelo)

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