miércoles, octubre 05, 2011

Pastillas para no soñar

Dejé de tomar las pastillas para dormir. En los días siguientes me pasé toda la noche soñando, despertándome sobresaltada para volver a dormirme.
Me acordé de Sabina y me cerró la frase "Pastillas para no Soñar" de una de sus letras. Ese era el efecto que aparentemente causaban las mías, durante el tiempo que las tomé no soñaba tanto.

En general mis sueños son rebuscados, largos, pareciera que tuvieran guionista. Yo siempre estoy ahí, como yo misma o como otro personaje que nada que ver (que puede ser incluso un ser de otro sexo, un animal, un extraterrestre o un dibujo animado).

Estos últimos días fueron por demás bizarros:
  • jueves- Me encuentro en la cama con una compañera de trabajo, semidesnudas, ella hace bromas. Pero no entiendo mucho lo que pasa, le pregunto dónde está Fernando y me contesta "no sé". Le digo que espero que ella sea calentita como él, porque sino voy a pasar frío en la noche.
  • domingo- Estoy en la orilla de un lago de agua turbia y marrón-verdosa, paradas sobre una tabla con mi hija, jugando a saltar hacia otra tabla. De repente se cae y se va para el fondo como pedo (bah, como pedo no: los pedos suben a la superficie haciendo burbujitas). Me asusto y grito, desesperada. Viene él y la salva.
  • lunes- Tengo que atravesar zona roja para llegar a un cierto lugar, pero empiezo a caminar tranqui. De repente veo dos pandillas que empiezan a putearse, unos salen corriendo y los otros los siguen a tiros. Yo sigo caminando tranqui. Hasta que el fuego se vuelve cruzado y yo me escondo atrás de una barricada, nerviosa. Terminan todos en calabozos (no pude determinar si policiales o clandestinos), y a mí también de rebote, no me creen que estaba ahí de casualidad. El calabozo no es tan lúgubre, no me siento incómoda para nada.
Seguro alguno más hay, pero los que más recuerdo son esos.
Y de los raros-raros, de todos los tiempos, los que más me impactaron fueron:
  • Estoy dentro de una aventura que parece las de Indiana Jones. Hay selva, cascadas, carritos por rieles, escenas polvorientas, persecuciones, adrenalina.
  • Soy un personaje de los Simpson (ninguno en particular), y en toda la tierra los que habitan son Simpson.
  • Está cayéndose en cámara lenta una columna de cables eléctricos, justo encima de la cabeza de Fernando, que está de espaldas y no la ve. Con un alarido y un fuerte tirón lo salvo de que le caiga encima. En ese momento me despierto y estoy tirada en el piso, con las sábanas en la mano, el corazón latiendo a mil. El alarido había sido real y todos los habitantes de la casa se despertaron asustados.
  • Tengo tres ojos. El tercer ojo no se ubica formando un triángulo como en las hindúes, sino que está alineado con los otros dos: los dos normales en su lugar, más un tercero que aparece en una de las sienes. En la TV veo el aviso de una óptica: "Por este mes, comprando un par de lentes de contacto le regalamos el tercero".
Y este que no fue mío sino de un amigo, me hizo acordar al cuento del Encendedor de Levrero:
"Soñé que Federica (2 años) estaba adentro de un reloj despertador de campana. Los padres la ponían ahí para que juegue y para dormir, tenía ahí dentro su camita, sus juguetes. Yo pensaba: ahora cabe dentro del reloj pero en poco tiempo no va a caber más, qué locura. Y cuando suena el despertador se debe aturdir, pobrecita"

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