viernes, marzo 09, 2012

Tallerista

Hace tiempo que ando con ganas de encarar algún curso o taller de escritura, para aprender algunos piques, mejorar el estilo, pero principalmente para contar con un espacio para dedicarme a escribir. Y digo espacio como lugar físico pero también como horas de dedicación, porque sino siempre me pierdo en mil tareúchas y postergo esto que tanto me copa.
Pero en mis prejuicios esos talleres eran como los que aparecen en las películas: reuniones de amas de casa aburridas que se juntan en lo de una vecina con la excusa de analizar un Best Seller, pero lo único que hacen es tomar el té y chusmear sobre el resto del barrio.

Hasta que el año pasado conversando con un amigo del trabajo, nos dimos manija para arrancar "el año que viene" en un taller recomendado por otra compañera con muy buenas referencias. Hoy fue el día fijado de comienzo del taller y hace un rato volvimos de allá. Me encantó la propuesta.

Como ya les he contado otras veces me gusta observar las casualidades; que a veces más que casualidades parecen guiños del destino: hoy es 8 de marzo y se cumplen 110 años del nacimiento de Juana de Ibarbourou. Ella fue la primer poeta con nombre y apellido que leí y admiré cuando era niña, y que me llevó a desear "cuando sea grande quiero ser escritora como Juana de Ibarbourou". Después vinieron muchas otras: Louise May Alcott, Enid Blyton, Johanna Spyri, solo por nombrar las de libros de nenas. Pero que la más admiraba seguía siendo Juana, quizás porque fue la primera, quizás porque era uruguaya y contemporánea, estaba mucho más cerca, era más de carne y hueso....

Ya "soy grande", ya se que nunca seré una escritora de verdad y que es muy probable que cualquier cosa que escriba va a ser mediocre, pero siento que le debo a esa niña hacer el intento.
Y que nunca se pierde al intentar, al contrario se ganan experiencias de vida.
Se vive.

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